Si usted está convencido de que su pareja «se muestra», o coquetea con otras personas y usted no confía en su fidelidad, entonces usted no encontrará agradables las ideas que aquí se presentarán. Sin embargo, si usted quiere superar esa situación, lo aconsejable es que las lea y sobrelleve la incomodidad que le provocarán.
Un primer problema con los celos patológicos es que las firmes convicciones de quien cela a su pareja son irracionales e impertinentes. Irracionales porque normalmente se puede comprobar que se basan en suposiciones y deducciones que sólo tienen un sentido de deslealtad en la mente de alguien dominado por los celos. Impertinentes porque si fueran correctas, es decir, si la pareja realmente coquetea, entonces no tendría sentido que la persona responda con ira y adopte una actitud superior que exige fidelidad. La reacción sana ante la infidelidad de la pareja no es la ira.
Un segundo problema, que agrava aún más al anterior, es que la persona celosa opera basadaen una actitud de poder, como si tuviera la potestad de controlar a su pareja y decidir qué puede o no puede hacer ésta. Es importante recordar que actuar desde el poder es completamente contradictorio con actuar desde el amor, ya que esencialmente es actuar desde la desconsideración del otro. Entonces, cada vez que cela a su pareja, o la somete a su control, está destruyendo la materia prima del amor que en algún momento los unió. Cuando actuamos desde el poder, nuestras convicciones se hacen incuestionables y damos por sentado que son más válidas que las del otro, lo que dificulta que la persona llegue a percibir lo irracional de las cosas que se imagina.
Los celos son una herramienta efectiva para destruir el amor y, de pasada, hacer daño a la autoestima de la persona amada. Se originan en carencias de lenguaje afectivo y en inseguridades que provienen de muy atrás en la vida y que dejaron fijas en la persona emociones infantiles que no maduraron con ella. No siempre se pueden solucionar, ya que se requiere que la persona deje de actuar desde el poder y adquiera el lenguaje afectivo que no pudo aprender en los momentos críticos de su maduración emocional. Por lo tanto se requiere de una gran renuncia al poder y una gran generosidad para admitir que uno necesita aprender. Tratar los celos es un acto de amor y humildad que puede contribuir a hacer al menos a dos personas menos desdichadas de lo que lo estaban siendo.
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